Escribo desde la margen del yacimiento más profundo, aquel que alberga siempre algo impredecible, el espejo insondable. A veces me resulta absurdo tirar palabras como piedras a ese lago en calma, oscuro fuego fecundo que siempre creo cancerbero de ángeles. Tengo la certeza casi absoluta que ahí dentro aguardan las respuestas, las verdades que me huyen vacilantes, que me esquivan en su neutro hermetismo arrogante. Y en ese ejercicio, en ese relámpago de furia ciega me entrego a esa piedra, soy la piedra que cae con estrepitoso cantar y vulnera la frontera horizontal entre lo real y lo contingente. Pero, ¿y si no hubiera divisoria? ¿Y si buscar fuera el camino? ¿Y si yo mismo he creado los escenarios, los límites, el brocal ecuánime y el encendido abismo?
Caronte
El color de sobria noche
tiñe tu blanco perfil
de abismo sacro, febril,
dulce añil dispuesto, broche,
abecedario en derroche
estigma de mis deseos,
de mis ambiciones reos
donde bendito Caronte
a medianoche remonte
Estigia piel sin rodeos.
¿noble o ingrata?
Aquí os dejo un soneto especular, que no espectacular. Se puede leer de arriba hacia abajo y viceversa.
¿será más de persona noble o ingrata?
andar o desandar en rumbo inverso
propio de navegantes de universo
en constante expansión en su gran lata
para llegar triunfante se desata
se deshace con juramento en verso
que nadie entiende pues está disperso
cuando hace sinfonía o ya sonata
la voz es verbo que renace inmerso
dentro del alma del juglar perverso
al llorar o reír, revive o mata
al que es del mismo clan o del adverso
trata igual al análogo o al diverso
¿será más de persona noble o ingrata?
Niña piedra
Niña piedra, niña oscura,
orilla del abismo donde tus cuervos lloran,
tránsito inequívoco de las dudas de la memoria,
nadie sabe quién eres,
nadie sabe por qué te torturas,
nadie sabe de tu sonrisa triste,
solo quieren ver tus pedazos,
echar sal en tus ruinas,
a tus sueños clandestinos
de fantasmas y naufragios.
Niña piedra, niña oscura,
arrecife donde las esfinges
guardan la sangre derramada de sus derrotas,
nadie sabe quién eres,
¿quién eres?
Eres la herida
y el vientre helado
y el relámpago abstracto
donde rompe la espuma,
el milagro de la luna
donde los lobos se miran y aúllan.
Eres el reflejo de la otra cara de la lujuria,
donde unos labios se imaginan
y se desprenden sudando
buscando en esta jaula a su musa.
No saben que en tus ojos tristes,
en tus enormes ojos hay una música
que esconde el lenguaje de tu locura,
una batalla que hace tiempo que venciste
y una herida que aún supura,
a destiempo, siempre a destiempo,
pero que algunas veces dejas abierta
adrede,
quizás porque si la cierras del todo,
dejes de ser quien eres.
En la boca un pájaro colmado
En la boca un pájaro colmado,
alas blancas a contraluz del paisaje
que contagia con su canción
la canción universal del mundo
en el derroche viajero
que da la libertad del aire.
Escúchalo en el silencio,
en ese silencio de cristal
que ríe y que llora a partes iguales:
hay una revelación
en su trino desnudo
que a veces es todo
y a veces es nadie.
Vino porque se cansó del cielo,
vino porque se cansó de esperarte,
miró con el alma suspendida
y con un hilo de velocidad
se dejó caer hasta tus ojos
se dejó caer
para amarte.
Junio siempre vence
“Junio siempre vence”
−me dijiste−
como si volvieras del fondo de un océano invisible
y tus palabras salieran a la superficie,
húmedas de ese fondo marino.
“Una vez atravesé tres meses
buceando bajo sus días”.
Y yo te imaginé salina,
emergente, empapada y dulce,
como una sirena que busca sus piernas suicidas.
“En breve me volverán a crecer los dientes.”
Sí, y volverás a morder las calles, las aceras,
el ritmo frenético del tráfico en una operación salida.
Pero ¿y si entonces… ya no temieras perderte?
¿Y si dejamos en los vestíbulos desiertos
todas nuestras heridas?
¿Y si dejamos que nos crezcan las alas
encima de las espinas?
“Junio siempre vence”
−me repetiste−
y bailaste a la intemperie
de los sueños en ruinas
con una implacable sonrisa
como una consigna de vida.
Mística poética
Háblame con insólita retórica,
espíritu nómada de mi oráculo en juego,
rómpeme vandálica cualquier obstáculo,
anúnciate a término utópica en sueños.
Sálvame con química filantrópica
de tu físico, vesánico espectáculo de fuego,
donde mis teóricos tentáculos
derrítanse en tu estética de distópicos versos.
Tiéntame con tu máscara magnética,
idílica luciérnaga, magnífica de mágicos cielos,
ámbito púrpura en cuántica ética,
susúrrame versículos, oceánicos a cientos,
pátina dulcísima de titánica poética,
bellísima cómplice, llévame caótica
al éxtasis líquido de selváticos anhelos.
Echando raíces en la hegemonía de las sombras
Sé que podría hacerlo, que podría crecer en sentido inverso, hacia dentro, echando raíces en la hegemonía de las sombras, y trepar por la lluvia como un depredador en celo. ¡Abrid! ¡Abridme las puertas! Diría al llegar al centro, allí donde mis principios itinerantes brotan, allí donde las piedras más grandes de mi alma tienen escondidas sus derrotas. ¡Abrid! Despojadme de mis pretextos, de mi desvencijada y atónita cordura. Dejadme a solas en esta invasión derrochadora donde las emociones moran junto a mi locura, donde el enemigo de la infelicidad flota, dotado de la ingravidez de una balanza sin memoria. ¡Abrid! ¡Os lo ruego! Dejadme por una vez ser invisible, intangible al desaliento y a la amargura. Sé que puedo hacerlo, que puedo seguir creciendo, que ahí dentro brota una esperanza instigadora, y no sé por qué, os hallo con una sonrisa, hermanados en la euforia de esa línea imprecisa que es la promesa de vida que augura un encuentro.
Libertad de expresión
Hoy no vengo a hablaros de poesía, vengo a hablar de libertad de expresión. Hablamos de tolerancia y ni siquiera somos capaces de admitir que la gente pueda ejercer su derecho a manifestarse sobre todo cuando son los que no piensan como nosotros.
No seamos tan hipócritas, por favor. Y no polaricemos la realidad como si solo hubiera malos y buenos y nosotros siempre fuéramos los buenos. Hay gente que lleva dos meses en ERTE sin cobrar del SEPE, gente que vive de sus pequeños negocios y ahora no puede porque no han podido abrir o ejercer, gente que no ha podido ver morir a sus seres queridos y les han entregado las cenizas un mes después de fallecer, sanitarios que han visto cómo no les llegaban de forma adecuada medios de protección y han perdido a compañeros de profesión. Hay muchos motivos de indignación, pero, por favor, si te vas a manifestar por el motivo que sea cuida tu salud y la del resto y mantén las medidas de seguridad.
Me parece bastante lamentable tener que reiterar esto: la libertad de expresión es un derecho fundamental. Puedes pensar y decir lo que quieras siempre y cuando lo hagas de forma respetuosa y no pongas en peligro ni tu vida ni la de los demás.
Así tu luz
Así tu luz —aquí se pliega—
en este hueco gris de turbios designios,
—aquí se cuela—
donde el viento no llega,
donde mis palabras hacen nido y sombra,
en esta raíz de polvo, de nada,
aquí tu boca,
aquí tus besos,
aquí tus gestos de verano
donde mi vida se doblega
—ya por fin renunciando—
a todos esos recuerdos que los años dieron forma.
Así tu voz —aquí me libera—
en estos dominios,
dantesco infierno que me conforma
—aquí te entregas—
donde mi hambre es un rumor de hojas muertas
aquí tu piel,
aquí tus ojos como ventanas abiertas,
aquí tu amor con olor a carmín
y a Chloe, y a trémula y limpia arcilla dispuesta.
Coge lo que quieras,
haz leña de mis demonios
y préndeles fuego después de mirarlos de cerca.
Así tu luz —que aquí se pliega—
me arda dentro
y en mi osario, oscuro centro
me encuentres y le des la vida,
a esta, mi alma tan rota y tan ciega.
Donde mis manos te invocan
Donde mis manos te invocan
con clamor de relámpagos,
donde lo impredecible prefiere
un flamígero destello incipiente
a un chispa tenue en noche rota.
¿Signo? Signo no, huella.
¿Delirio? Delirio no, quimera.
Hasta que la mitad de mis pliegues
venzan a mis antiguas derrotas,
con fragor de estrellas declaro,
en desorden transfigurado,
que hoy, contigo, es la hora.
¿Canto? Canto no, piedra.
¿Sangre? Sangre no, tierra.
Que mi alma abra sus puertas
y que mi cuerpo pida tu boca
cuando pronuncie tu nombre
en este aljibe que tanto rebosa
ahora que nada y todo importa.
¿Gesto? Gesto no, seña.
¿Cuerpo? Cuerpo no, materia.
De los labios del mundo brotan
alas, paraísos apremiantes que urgen
a la fragilidad de la memoria
a que me dejen ser Aquiles,
Ares envuelto en piel agónica.
¿Deuda? Deuda no, quiebra.
¿Victoria? Victoria no, vendetta.
Vendetta del aquí y del ahora
que mira a los ojos del destino
y provoca un vértigo de acantilado,
de caverna donde las sombras
son solo sábanas tristes
que simplemente recuerdan.