El espejo insondable

Destacado

Escribo desde la margen del yacimiento más profundo, aquel que alberga siempre algo impredecible, el espejo insondable. A veces me resulta absurdo tirar palabras como piedras a ese lago en calma, oscuro fuego fecundo que siempre creo cancerbero de ángeles. Tengo la certeza casi absoluta que ahí dentro aguardan las respuestas, las verdades que me huyen vacilantes, que me esquivan en su neutro hermetismo arrogante. Y en ese ejercicio, en ese relámpago de furia ciega me entrego a esa piedra, soy la piedra que cae con estrepitoso cantar y vulnera la frontera horizontal entre lo real y lo contingente. Pero, ¿y si no hubiera divisoria? ¿Y si buscar fuera el camino? ¿Y si yo mismo he creado los escenarios, los límites, el brocal ecuánime y el encendido abismo?

Niña

Niña de los pretéritos perfectos,
crisálida de lágrimas marchitas,
origami de fábulas malditas,
aprendiz de sus causas y defectos.

Equilibrista en vuelos circunspectos,
cuentacuentos de vidas y conjuras,
aprendiz de hechicera y sus diabluras,
bailarina de fuegos insurrectos.

Es de piedra mi niña de ojos tristes,
y suele, con sus manos tan huesudas
volar su corazón cometa al viento,

su grial es una cuna de despistes
y vive en un paréntesis de dudas,
donde solo gobierna el sentimiento.

Cuello

CUELLO

Liturgia de mis manos en tu pelo,
caricia urgente, llena de un instante
sagrado, complaciente en la rasante
donde tu cuello exige terciopelo.

Conjúgame, condéname a tu cielo
que yo llevaré el agua delirante
en éxtasis de arcángeles, calmante
para tu fuego eterno sin consuelo.

Transfigura mi carne al comulgar,
bebe del verbo dar, ven y levita,
y al descender traspasa para amarme,

resucítame al pie del noble altar,
donde tu sacramento oral gravita:
un beso bastará para sanarme.

El eco de la piedra

De ese torbellino de vida y muerte, de esa templanza nacida de un momento de absoluta incertidumbre, fuente de ternura, estupor de espíritu indomable, de esa pureza, de esa certeza donde el espíritu se encuentra consigo mismo, de ahí, de esa embriaguez iluminada surge la belleza.
La luz, recién nacida de la oscuridad, aún nos ciega. Aún no somos capaces de atisbar el significado de ese tapiz de realidad bañado aún por la fascinación de la desmesura. Nada es lo que parece. Ya no somos lo que fuimos. ¿Cómo podríamos abrazar nuestras contradicciones sin parecer superfluos, inconsistentes, vulnerables?
Soy el eco de la piedra en el aljibe, vuestro hermano en la espesura, el que construye cometas con la versatilidad del aire, invisible, desheredado. De los restos de los vértices de mi memoria llego para ofreceros este éxodo lunar donde encontrarnos de nuevo. Un presente gestado en el anhelo, en el sueño subterráneo que aspira a un cielo compartido. Seamos las leyendas vivas del eslabón perdido entre lo que seremos y lo que fuimos. Os espero

¿noble o ingrata?

Aquí os dejo un soneto especular, que no espectacular. Se puede leer de arriba hacia abajo y viceversa.

¿será más de persona noble o ingrata?

andar o desandar en rumbo inverso

propio de navegantes de universo

en constante expansión en su gran lata

para llegar triunfante se desata

se deshace con juramento en verso

que nadie entiende pues está disperso

cuando hace sinfonía o ya sonata

la voz es verbo que renace inmerso

dentro del alma del juglar perverso

al llorar o reír, revive o mata

al que es del mismo clan o del adverso

trata igual al análogo o al diverso

¿será más de persona noble o ingrata?

Niña piedra

Niña piedra, niña oscura,

orilla del abismo donde tus cuervos lloran,

tránsito inequívoco de las dudas de la memoria,

nadie sabe quién eres,

nadie sabe por qué te torturas,

nadie sabe de tu sonrisa triste,

solo quieren ver tus pedazos,

echar sal en tus ruinas,

a tus sueños clandestinos

de fantasmas y naufragios.

Niña piedra, niña oscura,

arrecife donde las esfinges

guardan la sangre derramada de sus derrotas,

nadie sabe quién eres,

¿quién eres?

Eres la herida

y el vientre helado

y el relámpago abstracto

donde rompe la espuma,

el milagro de la luna

donde los lobos se miran y aúllan.

Eres el reflejo de la otra cara de la lujuria,

donde unos labios se imaginan

y se desprenden sudando

buscando en esta jaula a su musa.

No saben que en tus ojos tristes,

en tus enormes ojos hay una música

que esconde el lenguaje de tu locura,

una batalla que hace tiempo que venciste

y una herida que aún supura,

a destiempo, siempre a destiempo,

pero que algunas veces dejas abierta

adrede,

quizás porque si la cierras del todo,

dejes de ser quien eres.

En la boca un pájaro colmado

En la boca un pájaro colmado,

alas blancas a contraluz del paisaje

que contagia con su canción

la canción universal del mundo

en el derroche viajero

que da la libertad del aire.

Escúchalo en el silencio,

en ese silencio de cristal

que ríe y que llora a partes iguales:

hay una revelación

en su trino desnudo

que a veces es todo

y a veces es nadie.

Vino porque se cansó del cielo,

vino porque se cansó de esperarte,

miró con el alma suspendida

y con un hilo de velocidad

se dejó caer hasta tus ojos

se dejó caer

para amarte.

Junio siempre vence

“Junio siempre vence”

−me dijiste−

como si volvieras del fondo de un océano invisible

y tus palabras salieran a la superficie,

húmedas de ese fondo marino.

“Una vez atravesé tres meses

buceando bajo sus días”.

Y yo te imaginé salina,

emergente, empapada y dulce,

como una sirena que busca sus piernas suicidas.

“En breve me volverán a crecer los dientes.”

Sí, y volverás a morder las calles, las aceras,

el ritmo frenético del tráfico en una operación salida.

Pero ¿y si entonces… ya no temieras perderte?

¿Y si dejamos en los vestíbulos desiertos

todas nuestras heridas?

¿Y si dejamos que nos crezcan las alas

encima de las espinas?

“Junio siempre vence”

−me repetiste−

y bailaste a la intemperie

de los sueños en ruinas

con una implacable sonrisa

como una consigna de vida.