Niña piedra, niña oscura,
orilla del abismo donde tus cuervos lloran,
tránsito inequívoco de las dudas de la memoria,
nadie sabe quién eres,
nadie sabe por qué te torturas,
nadie sabe de tu sonrisa triste,
solo quieren ver tus pedazos,
echar sal en tus ruinas,
a tus sueños clandestinos
de fantasmas y naufragios.
Niña piedra, niña oscura,
arrecife donde las esfinges
guardan la sangre derramada de sus derrotas,
nadie sabe quién eres,
¿quién eres?
Eres la herida
y el vientre helado
y el relámpago abstracto
donde rompe la espuma,
el milagro de la luna
donde los lobos se miran y aúllan.
Eres el reflejo de la otra cara de la lujuria,
donde unos labios se imaginan
y se desprenden sudando
buscando en esta jaula a su musa.
No saben que en tus ojos tristes,
en tus enormes ojos hay una música
que esconde el lenguaje de tu locura,
una batalla que hace tiempo que venciste
y una herida que aún supura,
a destiempo, siempre a destiempo,
pero que algunas veces dejas abierta
adrede,
quizás porque si la cierras del todo,
dejes de ser quien eres.